martes, 23 de octubre de 2012

Nelumbos del Norte

Llevo unas cuantas noches leyendo un libro de portada desafortunada, a lo Ágata Ruiz de la Prada, que me regalaron mis amigas hace ¿6 ó 7 años? "99 Poemas de Amor" se llama. Y la horrenda tapa me había disuadido hasta entonces de empezarlo (por el qué dirán en el metro, no por otra cosa. Sí; a veces me permito ser así de superficial)


No me digáis que no tiene delito el diseño.

El caso es que pusieron en Antena3 una película malísima (de la que no diré título, por el qué diréis) pero que me dio la idea de desempolvar ese regalo y de leer un par de poemas por noche antes de dormir.

Quizás no recordéis la entrada que publiqué hace ya bastante tiempo sobre la reacción psicosomática que me producía leer las "Coplas a la Muerte de su Padre", de Jorge Manrique.

A mí me vino anoche a la mente, cuando sentí de nuevo esa sensación, mientras leía "Sonatina", de Rubén Darío, incluida en mi libro de mesilla. Ya sabéis, la de "La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?"

La leía detenidamente, conservando el sentido del ritmo pero intentando que aquello no pareciese una canción en mi cabeza (tendencia en la que caigo en ocasiones sin darme cuenta), sino poesía: un relato que, en vez de prosaico, fuera cadencioso.

Y cuando la terminé, ese efecto permanecía, remanente, reticente a dejarme.
Transcurridos unos minutos, y unas cuantas poesías (para mi gusto un tanto insulsas) más, mi hemisferio cerebral derecho se empecinaba en regresar una y otra vez a esas páginas, a volver a leer aquel poema, uno de los más recordados de "El príncipe de las letras castellanas", como también se le conocía.



Rendida ya a la necesidad subconsciente de releerlo, volví a experimentar idéntica alteración.
Otro poema más que añadir a mi lista de cosquilleo (suena raro, lo sé, pero no se me ocurre otro sustantivo, estoy un poco espesa).

No os voy a preguntar si a vosotros también os ocurre lo mismo cuando leéis poesía, porque ya os lo pregunté en la otra entrada y no me respondió ni Perry (ese gran desconocido) Pero al menos, me doy por satisfecha si a alguno de vosotros le embarga la nostalgia o la curiosidad y se decide a disfrutar de esta pequeña gran obra del Modernismo: Sonatina.




2 comentarios:

  1. Pobrecita pricesa de los ojos azules, esta presa en sus oros esta presa en sus tules...

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  2. ...en la jaula de mármol del palacio real,
    el palacio soberbio que vigilan los guardas,
    que custodian cien negros con sus cien alabardas,
    un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

    Gracias por tu comentario, Paloma. Veo que también te evoca. ;)

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