lunes, 17 de octubre de 2011

Confessions on the book floor

Sé que la mayoría de las veces mis entradas tratan sobre libros y literatura varia, aunque suelo hablar más de clásicos. De aquellas obras que se tienen por referencia obligada, por cúlmenes de la literatura universal y/o española; y que pocas veces os he hablado sobre novelas más o menos recientes.

Pero ¿por qué esa aversión hacia obras actuales? Porque efectivamente debo admitir que si me pusieran delante una obra famosa de antes de mediados del s.XX y otra actual o de 10 años atrás, escogería la primera. Por inercia.

Supongo que ese misoneísmo es una consecuencia de la falta de tiempo (entre otras cosas) Porque siempre he pensado que una vida tan corta no se puede emplear en leer algo que, una vez terminado, no haya merecido la pena. Y porque sé que una obra cumbre, a priori nunca debería defraudarme; ya está lo suficientemente catalogada, analizada y alabada como para que me falle (aunque alguna vez me ha pasado) Al margen de que éstas son demasiadas, tantas que me angustia la idea de perderme algún texto consagrado, alguna pequeña maravilla.

Pero a cualquiera que me dijese que también en las últimas décadas del s.XX hasta ahora se han escrito libros buenísimos, con excelentes críticas, le daré la razón. Esos los tengo anotados en la cola de mi lista, pero en la lista al fin y al cabo.

Sí, hoy no os traigo ningún libro concreto, ni ningún tema científico-artístico-misterioso-lo-que-sea.
Hoy he querido reflejar un pensamiento, una autocrítica, algo de carácter más intimista, a pesar de que no sé cuántas personas leerán esto. Porque, voy a ser franca: escribir un blog es una afición ardua, entregada... y muy poco reconocida en la mayoría de los casos. Y más cuando trato temas un tanto atípicos, que desconozco si atraen o no al gran público (aunque puedo intuirlo)

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