lunes, 3 de octubre de 2011

De cómo pasar una noche en vela

"Y si, lector, dijerdes ser comento... /...como me lo contaron, te lo cuento."


Con estos famosos versos acaba "El Estudiante de Salamanca", que a mi humilde ver es una de las obras cumbres del Romanticismo español.
Me la leí hace tiempo, en una gélida tarde en la que supuestamente tenía que estar estudiando para los exámenes de febrero. Sola en casa. Noche y lluvia afuera, y dentro, todo un repertorio de ruidos que se me antojaban extraños. ¡Qué mal lo pasé... y cómo disfruté!

¿Quién no conoce o ha leído el "Don Juan Tenorio" de Zorrilla, o las "Rimas y Leyendas" de Bécquer? Serían sin duda las que primero nos vendrían a la mente si nos preguntasen, como en el colegio, sobre ese período político y cultural llamado Romanticismo. A mí particularmente no me vienen sólo porque cuando estaba en el colegio me obligaron a leerlas, sino porque, ya tiempo después de aquello, siguen encontrándose entre mis libros favoritos (aunque al "Don Juan" lo critico más ahora) La verdad es que los libros de esta época copan muchos puestos entre mi "top ten" personal (y perdónenme el anglicismo)

¡Ay! El Romanticismo... caló hondo en muchas generaciones del s.XIX y me atrevería a decir que todavía ejerce una misteriosa atracción incluso ahora en el s.XXI.

Todo empezó con un libro que no se encuadra en esta corriente, si no en el final del Neoclasicismo. Pero quien lo haya leído sabe perfectamente que estaba anunciando un cambio de aires: "Noches lúgubres" de José Cadalso. Si bien esos aires presagiaran fuegos fatuos, tan opuestos a las luces de la razón del s.XVIII.


La vida de este gaditano (de la que cualquiera puede informarse en la omnisapiente Wikipedia) encajaría sin problemas en el concepto de romántico que tenemos: juventud licenciosa, vastísima cultura, amor desdichado y muerte pronta. Casi las mismas características que comparte con Mariano José de Larra, José de Espronceda o Gustavo Adolfo Bécquer, por mencionar ejemplos nacionales, porque ya en el resto de Europa, la cosa se desboca y daría para mucho más de una entrada.

Entrada que he decidido escribir porque me levanté una noche de calor desesperante, después de horas de vueltas y vueltas en la cama. Deambulé por casa sin saber muy bien qué hacer a las 2:30 de la madrugada; llegada al salón, contemplando libros y libros, me decidí por uno: "Leyendas".
Después de leer tres de ellas, regresé a la cama... para no pegar ojo en lo que restaba de noche.
Porque puede que "El Monte de las Ánimas", "La ajorca de oro" y "El Miserere" parezcan ingenuos para el nivel actual, pero, qué queréis que os diga, tienen el dudoso honor de que, en esa noche calurosa, el sudor se me quedara frío y de que mis posteriores intentos por dormir se asemejaran a los de la infeliz Beatriz en "El Monte de las Ánimas".


Y es que no hay nada peor para el descanso ni mejor para el saber que pasar una noche en vela rodeada de grandes obras de la Literatura.

Buenas noches...

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